Analizamos los puntos candentes del Imperio, para llegar a la raíz del conflicto mediante un recorrido histórico a lo largo la vida del Imperio
Joaquín Enrech | Viena
Francisco
Fernando era el heredero de su tío el emperador Francisco José I de
Austria-Hungría. El Estado nació en 1867 tras el Compromiso Austro-húngaro, por el cual el Reino de
Hungría era reconocido como una entidad autónoma dentro del imperio Austríaco.
En 1914 el país contaba con 680.000 km cuadrados y más de 50 millones de
habitantes, siendo una de las grandes potencias del momento.
El jefe
del estado es el emperador, al que se
trata de rey y emperador (Kaiserliche Konigliche), pero hay dos parlamentos,
uno en Viena y otro en Budapest; y cada uno con su primer ministro; y es el
Gobierno del emperador el que se encarga de coordinar estos dos gobiernos y
otros autogobiernos que existen en la confederación.
Respecto a la
participación de la población en el gobierno del imperio, Austria propició un régimen parlamentario a partir de las reformas de 1860, 1862
y 1867, que reconocieron las libertades religiosa, de pensamiento y de
asociación. Se creó un parlamento bicameral o Reichsrat (cámara
de diputados y cámara alta), Pero hubo que esperar a 1907 para que se concediera el sufragio universal y directo a los austriacos, lo que redundó
en los grandes partidos de masas (socialcristianos, socialdemócratas y pangermanistas).
En Hungría, por el
contrario, se mantuvo una rígida y centralista política de magiarización de las minorías (eslovacos, ucranianos, serbios, y rumanos)
que quedaban sujetas a la autoridad del gobierno de Budapest (exceptuando de estas políticas a las minorías de croatas y germanos,
protegidos expresamente por el Compromiso de 1867). La extensa nobleza húngara
consiguió retener en sus manos los poderes ejecutivo y el legislativo gracias a
un sufragio censitario muy restrictivo y a un fuerte autoritarismo que mantuvo
sumisa a la mayoritaria población rural húngara, mientras restringía la
participación política de las minorías a unos cuantos aristócratas rumanos y eslovacos, mientras ucranianos y serbios sólo tenían asegurado
su poder político a nivel municipal y local.
En 1908, y
aprovechando la revolución de los Jóvenes Turcos, Austria-Hungría se anexionó
Bosnia. Alemania apoyó a su aliado (Austria-Hungría) y Rusia se vio forzada a
ceder ante la agresión austríaca. Ni Francia ni Gran Bretaña se mostraron
dispuestas a apoyar a Rusia en un supuesto conflicto.
Las dos sucesivas Guerras
de los Balcanes, la primera contra Turquía y la segunda interna entre ellos
(Serbia y Grecia y Montenegro contra Bulgaria) concluyeron con el Tratado de
Bucarest (1913), pero provocaron un vuelco en la situación en la zona, ya que
Turquía quedó reducida en los Balcanes a la región en torno a Estambul. Serbia
(aliada de Rusia y defensora de los derechos de los eslavos en el imperio
austro-húngaro) se consolidó como el principal estado de la región.
Austria-Hungría, alarmada por el fortalecimiento serbio, llegó a la conclusión
de que solo una guerra preventiva impediría que Serbia encabezara un
levantamiento general de los eslavos en el Imperio de los Habsburgo, alentado
por la gran potencia eslava, Rusia, además Alemania estaba resuelta a apoyar a
su aliado austro-húngaro en caso de conflicto. Sin embargo, fue el propio
Archiduque Francisco Fernando el que presionó a su tío el emperador Francisco
José para que Austria no entrara en la guerra Balcánica.
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